Todo empezó en Arenys de Munt. Como
acaba de recordar el líder de la CUP, el partido de la zapatilla, el 9-N tiene
su origen en la consulta municipal por la independencia propuesta por el
alcalde de ERC de esa localidad el año 2009. El 96,1% de los 2.671 votantes de Arenys
respaldó la independencia de Catalunya y, aunque solo votó el 41% del censo, el
éxito impulsó la iniciativa a otros municipios expresamente seleccionados. Pero
ese éxito empezó a desvanecerse cuando la consulta llegó a los núcleos urbanos.
Así, en Lleida los resultados no fueron ni difundidos a pesar de las
facilidades. No había papeletas del no y las del sí podían repetirse y durante varios días.
Sin embargo, la semilla había
prendido en el subconsciente soberanista, y cómo se ha visto ha sido después
retomada y ha desembocado en el denominado proceso participativo que tiene
todavía más carencias democráticas que el frustrado referéndum suspendido por
el TC y garantías parecidas a las consultas de Arenys. Ni censo, ningún tipo de
control de votantes ni de resultados, 15 días para votar desde los 16 años y
participación tan abierta que en la propia web de la Generalitat ya figuran
como participantes desde Bob Esponja hasta Elvis Presley, así que los
resultados pueden ser tan espectaculares que el número de votantes puede
superar incluso el censo. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta esta ridícula y
grotesca parodia? Es verdad que el Estatut de ZP, los dos Tripartit y las
manifestaciones del 11-S inicialmente impulsadas por Maragall y Montilla animaron
la fiebre separatista. Pero la sentencia del TC sobre el Estatut a la que tanto
se apela no produjo ningún tipo de desgarro en la sociedad catalana, en la que
seguían conviviendo los dos sentimientos de pertenencia con absoluta
tranquilidad. Más eufórica la separatista, pero mayoritaria todavía ahora, si
se analizan a fondo los sondeos, la de los catalanes que de una u otra forma
quieren seguir en España pero lo quieren expresar a través de cauces legales y
democráticos.
Las consultas verdaderas, las electorales,
tras la sentencia del TC, así lo ratifican. Los separatistas no consiguieron
representación en la Paeria y solo 3 diputados en el Congreso. Es cierto que en
esas elecciones de legislatura vigente, Convergència todavía no se había convertido
al independentismo. Pero la mayoría excepcional solicitada por nuestro
intrépido Mesías para hacer realidad sus sueños que se han convertido en una
pesadilla para todos fue castigada con 12 diputados menos que se llevó ERC. La
suma de ambos, algo más de 1.800.000 votos sobre un censo de 5.200.000, tampoco
representa un extraordinario respaldo, no mejoró en las recientes europeas y en
todo caso queda muy lejos de la mitad del censo mínimo exigible para soñar con
Ítaca.
Hay que buscar otros motivos para
explicar la actual fiebre secesionista. Nuestro astuto protagonista, al que hoy
sus socios de ERC le birlaron dos mayorías, quedó muy impresionado cuando al
primer año de su mandato en el 2011 tuvo que entrar en el Parlament con
helicóptero. Las herencias de ZP y el Tripartit de ERC, la crisis y los
recortes suponían dificultades difíciles de afrontar y por eso el president del
Govern decidió volver al notario, esto es, romper con el PP, que le apoyaba
para gobernar, y se entregó al desgobierno con tanto fervor que acabó
arrebatando las pancartas que encabezaban las manifestaciones del 11-S. Nada
más rentable ante un gobierno con dificultades, como todos los de esta época,
que eludir las propias responsabilidades, fomentar las hostilidades contra el
enemigo exterior y excitar el victimismo pidiendo lo imposible como lo era en
2012 exigir un pacto fiscal en una España a punto de ser intervenida. Ha sido
una vía de escape perfecta para un president que ha conseguido que el populismo
separatista arrastrara, se mezclara y sepultara –de momento– al populismo antisistema,
desactivar la protesta social por los recortes y pasaran casi desapercibidas
las conexiones con la cleptocracia de la dinastía Pujol y la clase dirigente de
Convèrgencia durante estos 30 años.
Convenía, pues, reforzar el proceso
con esa astucia de la que hace gala el que se autodefine como enemigo de España
a pesar de que la representa en Catalunya y seguir engañando al Estado con una
trampa tras otra. ¿Hay algo aparentemente más sugestivo y democrático que el
derecho a decidir y algo más espantoso que negarle el voto al pueblo catalán? Es
tan obvio y los ejemplos tan numerosos y evidentes de que el derecho a decidir
tiene sus limitaciones que solo puede ser negado por la ceguera nacionalista.
Otra trampa de Mas, el astuto, contra el Gobierno Central del que no obstante
sigue percibiendo las ayudas del FLA para el pago de proveedores y deudas. Ante
tanto engaño el reto ahora es recorrer el camino inverso al que les ha permitido
a los soberanistas en tan poco tiempo ganar ilegítima y antidemocráticamente
tanta influencia. Democracia, derecho a decidir y libertad son las grandes
falacias utilizadas por la propaganda soberanista. ¿Cómo puede ser libre una
consulta cuando la Generalitat ha utilizado hacia una sola dirección todo su
poder institucional, ha manipulado hasta la obscenidad aTV3, ha destinado
ingentes cantidades de dinero público, obliga a medios de comunicación públicos
y privados a insertar publicidad gratuita, presiona a funcionarios y dispone ya
listas amarillas y negras? Toda una prueba de que el nacionalismo es junto al
comunismo y el fascismo el mayor enemigo de la libertad y responsable directo
de las grandes tragedias de la humanidad en Europa, en el mundo y en España.
¿Cuáles van a ser las consecuencias
de la chapuza del 9-N? Evidentemente en esta farsa no se puede participar, pero
el daño ya está hecho. El capital aportado para crear empresas en Catalunya ha
descendido hasta septiembre un 63%, hasta 478 ME, mientras en Madrid se ha
disparado hasta 2.500 ME. No es lo peor, porque la división y confrontación ya
ha llegado a la sociedad catalana. Este es el triste balance de un Govern que
no ha gobernado, se ha situado fuera de la legalidad democrática y será
responsable de lo que ocurra a partir del 9-N. Este es el delirio de un president
que para taparlo todo ha conducido al suicidio político a su partido en favor
de otros que si llegaran al poder destrozarían a una Catalunya que ya está al
borde del abismo. La única solución es restaurar la ley, proteger la
Constitución, que es la que nos protege a todos, y defender la unidad de España.
José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido
Popular por Lleida
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