jueves, 6 de noviembre de 2014

La gran farsa del 9-N

Todo empezó en Arenys de Munt. Como acaba de recordar el líder de la CUP, el partido de la zapatilla, el 9-N tiene su origen en la consulta municipal por la independencia propuesta por el alcalde de ERC de esa localidad el año 2009. El 96,1% de los 2.671 votantes de Arenys respaldó la independencia de Catalunya y, aunque solo votó el 41% del censo, el éxito impulsó la iniciativa a otros municipios expresamente seleccionados. Pero ese éxito empezó a desvanecerse cuando la consulta llegó a los núcleos urbanos. Así, en Lleida los resultados no fueron ni difundidos a pesar de las facilidades. No había papeletas del no y las del podían repetirse y durante varios días.

Sin embargo, la semilla había prendido en el subconsciente soberanista, y cómo se ha visto ha sido después retomada y ha desembocado en el denominado proceso participativo que tiene todavía más carencias democráticas que el frustrado referéndum suspendido por el TC y garantías parecidas a las consultas de Arenys. Ni censo, ningún tipo de control de votantes ni de resultados, 15 días para votar desde los 16 años y participación tan abierta que en la propia web de la Generalitat ya figuran como participantes desde Bob Esponja hasta Elvis Presley, así que los resultados pueden ser tan espectaculares que el número de votantes puede superar incluso el censo. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta esta ridícula y grotesca parodia? Es verdad que el Estatut de ZP, los dos Tripartit y las manifestaciones del 11-S inicialmente impulsadas por Maragall y Montilla animaron la fiebre separatista. Pero la sentencia del TC sobre el Estatut a la que tanto se apela no produjo ningún tipo de desgarro en la sociedad catalana, en la que seguían conviviendo los dos sentimientos de pertenencia con absoluta tranquilidad. Más eufórica la separatista, pero mayoritaria todavía ahora, si se analizan a fondo los sondeos, la de los catalanes que de una u otra forma quieren seguir en España pero lo quieren expresar a través de cauces legales y democráticos.

Las consultas verdaderas, las electorales, tras la sentencia del TC, así lo ratifican. Los separatistas no consiguieron representación en la Paeria y solo 3 diputados en el Congreso. Es cierto que en esas elecciones de legislatura vigente, Convergència todavía no se había convertido al independentismo. Pero la mayoría excepcional solicitada por nuestro intrépido Mesías para hacer realidad sus sueños que se han convertido en una pesadilla para todos fue castigada con 12 diputados menos que se llevó ERC. La suma de ambos, algo más de 1.800.000 votos sobre un censo de 5.200.000, tampoco representa un extraordinario respaldo, no mejoró en las recientes europeas y en todo caso queda muy lejos de la mitad del censo mínimo exigible para soñar con Ítaca.

Hay que buscar otros motivos para explicar la actual fiebre secesionista. Nuestro astuto protagonista, al que hoy sus socios de ERC le birlaron dos mayorías, quedó muy impresionado cuando al primer año de su mandato en el 2011 tuvo que entrar en el Parlament con helicóptero. Las herencias de ZP y el Tripartit de ERC, la crisis y los recortes suponían dificultades difíciles de afrontar y por eso el president del Govern decidió volver al notario, esto es, romper con el PP, que le apoyaba para gobernar, y se entregó al desgobierno con tanto fervor que acabó arrebatando las pancartas que encabezaban las manifestaciones del 11-S. Nada más rentable ante un gobierno con dificultades, como todos los de esta época, que eludir las propias responsabilidades, fomentar las hostilidades contra el enemigo exterior y excitar el victimismo pidiendo lo imposible como lo era en 2012 exigir un pacto fiscal en una España a punto de ser intervenida. Ha sido una vía de escape perfecta para un president que ha conseguido que el populismo separatista arrastrara, se mezclara y sepultara –de momento– al populismo antisistema, desactivar la protesta social por los recortes y pasaran casi desapercibidas las conexiones con la cleptocracia de la dinastía Pujol y la clase dirigente de Convèrgencia durante estos 30 años.

Convenía, pues, reforzar el proceso con esa astucia de la que hace gala el que se autodefine como enemigo de España a pesar de que la representa en Catalunya y seguir engañando al Estado con una trampa tras otra. ¿Hay algo aparentemente más sugestivo y democrático que el derecho a decidir y algo más espantoso que negarle el voto al pueblo catalán? Es tan obvio y los ejemplos tan numerosos y evidentes de que el derecho a decidir tiene sus limitaciones que solo puede ser negado por la ceguera nacionalista. Otra trampa de Mas, el astuto, contra el Gobierno Central del que no obstante sigue percibiendo las ayudas del FLA para el pago de proveedores y deudas. Ante tanto engaño el reto ahora es recorrer el camino inverso al que les ha permitido a los soberanistas en tan poco tiempo ganar ilegítima y antidemocráticamente tanta influencia. Democracia, derecho a decidir y libertad son las grandes falacias utilizadas por la propaganda soberanista. ¿Cómo puede ser libre una consulta cuando la Generalitat ha utilizado hacia una sola dirección todo su poder institucional, ha manipulado hasta la obscenidad aTV3, ha destinado ingentes cantidades de dinero público, obliga a medios de comunicación públicos y privados a insertar publicidad gratuita, presiona a funcionarios y dispone ya listas amarillas y negras? Toda una prueba de que el nacionalismo es junto al comunismo y el fascismo el mayor enemigo de la libertad y responsable directo de las grandes tragedias de la humanidad en Europa, en el mundo y en España.

¿Cuáles van a ser las consecuencias de la chapuza del 9-N? Evidentemente en esta farsa no se puede participar, pero el daño ya está hecho. El capital aportado para crear empresas en Catalunya ha descendido hasta septiembre un 63%, hasta 478 ME, mientras en Madrid se ha disparado hasta 2.500 ME. No es lo peor, porque la división y confrontación ya ha llegado a la sociedad catalana. Este es el triste balance de un Govern que no ha gobernado, se ha situado fuera de la legalidad democrática y será responsable de lo que ocurra a partir del 9-N. Este es el delirio de un president que para taparlo todo ha conducido al suicidio político a su partido en favor de otros que si llegaran al poder destrozarían a una Catalunya que ya está al borde del abismo. La única solución es restaurar la ley, proteger la Constitución, que es la que nos protege a todos, y defender la unidad de España.

José Ignacio Llorens Torres
Diputado al Congreso del Partido Popular por Lleida

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